Previniendo la adicción a las bebidas alcohólicas
Di No al consumo de bebidas alcohólicas
Fuente.https://yandex.ru/
Welsh & Hadland (2019) exponen que
El empleo de sustancias psicoactivas inicia en la segunda década
de la vida, con las mayores prevalencias en el rango de edad de 18-24 años. El
avance hacia un desorden de uso de sustancias, de algunos de los que han
iniciado el consumo, presentan un inicio en la adolescencia y un pico en la
adultez mayor. (p.105)
Entonces,
el consumo abusivo de sustancias psicoactivas, incluyendo el alcohol, definitivamente
se inicia en la adolescencia y se llega al máximo en el adulto joven, con lo cual
la acción preventiva está, definitivamente dirigida, hacia los adolescentes. Bakewell
(2009) indica que el alcohol es la droga elegida por la juventud, quienes la beben
en abundancia y a edades cada vez más tempranas, “creando a sí mismos
problemas, para quienes los rodean, y para la sociedad como un todo, por cuyo
motivo, la adicción dañina de los adolescentes es un problema de salud pública,
en todo el mundo” (p. 25). Uno de los factores de mayor importancia de la prevención
es la estimación precisa de la edad de inicio del consumo de alcohol porque
entre más temprano se haya empezado, mayor es la probabilidad de tener
problemas de adicción severa al alcohol en la adultez.
Jones (2015)
afirma que el consumo de bebidas alcohólicas por parte de los jóvenes con
edades inferiores a los 18 años es un riesgo que atrae a muchos adolescentes y
preadolescentes porque cuando prueban el alcohol, no se dan cuenta de los
efectos negativos que beber puede acarrear a sus vidas, sus familias, y sus
comunidades, ni tampoco que tal conducta es ilegal y tiene efectos nocivos
sobre la salud. A esto contribuye no sólo que el consumo de bebidas alcohólicas
es de uso generalizado, como lo demuestra el hecho que el 35.1% de adolescentes
con 15 años en América informa que ha consumido bebidas alcohólicas al menos
una vez en sus vidas y 22.7% del grupo de edad
de 12-17 han admitido consumir alcohol en el mes pasado, pasando un 3.7%
de ellos al consumo nocivo, con lo cual
se configura un problema de
salud pública que se debe prevenir
mediante estrategias que coloquen barreras
a los adolescentes en cuanto a la disponibilidad de las bebidas
alcohólicas , midiendo el consumo de alcohol, estableciendo políticas
educativas que motiven a no utilizar las bebidas alcohólicas, entre
otras.
Bakewell (2009)
expone la importancia que tiene la trayectoria que el adolescente ha recorrido
en su consumo de bebidas alcohólicas con referencia al diseño de estrategias de
prevención porque diferentes trayectorias indican diferencias de comportamiento
de las personas, pero también se enfocan en patrones específicos en función de
la edad, siendo de particular interés como predictor del comportamiento futuro
con referencia a los problemas con el alcohol, aquella en la que el adolescente empieza su consumo
alcohólico nocivo, siendo más fuerte el enlace entre alcoholismo en la medida
que la edad de iniciación es más baja.
En consecuencia,
no basta con colocar barreras de precios a las bebidas alcohólicas, ni con restringirlas
a los adolescentes; se requiere de la acción comunitaria, de las intervenciones
desde los centros de educación, de trabajar con los padres de familia. Por
ello, Currie (2012) afirma que se debe exponer a los adolescentes a mensajes
significativos de prevención no sólo en el entorno cotidiano sino también en la
escuela, y principalmente fortaleciendo los lazos familiares, como, por
ejemplo, cenar juntos en el seno hogareño; se debe motivar eventos sociales
libres de alcohol, tales como cine, deportes de salón, servicio comunitario,
salidas al aire libre, entre otros.